domingo, 18 de octubre de 2009

Es de bien nacida ser agradecida (V)

Tras una semana un poco desesperante, llegan: la clama y las alegrías. Makuchispa del blog Coser y Cantar me ha otorgado este precioso premio:

Muchas gracias, cielo, por el premio y por pensar en mí.

Ahora toca cumplir con las condiciones de la aceptación del premio:

1ª) Enlazo el premio con el blog de Makuchispa. Lo hago con mucho gusto. Si no lo habéis visitado, os recomiendo que lo visitéis: ¡Es una preciosidad! ¡Tiene manos de ángel! ¡Qué labores tan preciosas hace!

2ª) Contestar la pregunta: ¿Por qué hago manualidades?

Esta pregunta me ha hecho reflexionar, no creáis que no. Desde pequeña he visto cómo las mujeres de la familia siempre tenían alguna labor entre manos. Nunca se sentaban a descansar o simplemente a conversar. Siempre estaban trabajando (fuera y dentro del hogar) y, el único momento verdaderamente suyo (y que también acabó siendo mío) era cuando se sentaban un ratito (mientras hacía tanto calor que todo estaba adormilado, hasta los pájaros dejaban de cantar) a la sombra, mientras tejían, bordaban o cosían. Ellas nunca hacían la siesta: No tenían tiempo.

Creo que en el fondo, añoro esos momento en que de muy cría estaba sentada a sus pies, viendo las maravillas que hacían. Nadie me enseñó a hacerlas, pero no hacía falta. Tuvieron la paciencia de tenerme allí, calladita, observando, hasta que un día llegó el gran momento: me dieron un trozo de tela (un cachito pequeño), una aguja y un trozo de hilo (fue de color rojo, lo recuerdo muy bien). Me dejaron hacer mi primer intento... y ... desde entonces... ya no he parado.

En la familia siempre piensan que tengo una memoria privilegiada: me acuerdo de muchas cosas que otras personas ya no recuerdan, pero, ¡cómo se me podía olvidar ese momento!

Mi tía abuela materna con 90 años seguía haciendo ganchillo, perfecto a pesar de su ceguera. Las manos y el cerebro suplían ese paso de los tiempos que la hizo no ver el presente. Nunca me pudo ver, pero sabía cómo era y me enseñaba pacientemente.

Mi abuela, mi yaya María, siempre tenía una sonrisa para mí y muchos regalitos de cariño: trocitos de ropa, hilos, lanas.... y ¿qué decir de aquellas magníficas cajas donde se guardaban todos los botones? Aquellos botones que podían ir reconociendo: los de una camisa de mi abuelo, los de un vestido de mi abuela, los de aquel abrigo que ya no lo era... Los botones se guardaban, no como ahora. Eran cajas llenas de tesoros que recordaban las prendas que los llevaron y que abrían nuevas posibilidades a futuras prendas: les esperaban todavía varias vidas por vivir antes de volver a la caja de los botones y descansar por un tiempo.

Mi mami, siempre haciéndonos cositas chulas. Desde pequeña siempre iba vestida como mi hermana (y eso que las comparaciones eran odiosas: mi hermana siempre fue más guapa, más delgadita...; pero, ¡cómo no!, si yo fui la primera y no sabían hacer criaturas...., jajajaja , siempre se lo digo a mi madre y se enoja. Jajaja. Pero, ya lo tengo asumido). Manos amorosas y ojos cansados cosían tras duras jornadas, aquellas prendas que lucíamos con orgullo. Mi madre le reclamaba a mi padre que sacara la máquina de fotos porque quería una foto para poder enviarla a la familia que estaba lejos: ¡Qué guapas sus niñas!
Creo que yo quise retener el tiempo. Machado decía que la poesía es la palabra esencial en le tiempo. Yo lo aplico a las labores y a mis recuerdos: No quiero que pasen esos momentos y una manera de mantenerlos vivos es seguir disfrutando mientras hago nuevas cositas, tengo proyectos en mente que después materializo... y paso mi poca o mucha "sabiduría" a las nuevas generaciones: mi hijos (a pesar de ser chicos) saben mucho más que coserse un botón, mis sobrinas son las que ahora me miran y soy yo las que les doy el trocito de ropa, la aguja y el hilo (aunque ahora escogen el rosa como color)...
Nuevas generaciones, nuevos proyectos, futuro venidero pero... esta reflexión me ha servido para algo importante: REIVINDICAR el trabajo de hormiguitas de las MUJERES de antes, mujeres que trabajaban como las que más, tanto en el campo como en las fábricas, que llegaban a casa tan cansadas como sus maridos, pero que siempre era el HOGAR su responsabilidad, los HIJOS su deber... y, encima, tenían tiempo para hacer las maravillas que ahora tenemos en nuestros armarios (guardo con muchísimo mimo los dechados que hicieron de pequeñas, muchas de ellas en sus casas, porque como eran chicas no tenían derecho ni dinero para pagarles una escuela).
Ahora que el mundo moderno es todo tecnología y que yo utilizo y no desprecio, desde aquí envío mi recuerdo y mi gratitud hacia esas personas que nos marcaron en la vida y que hicieron que en la actualidad, todavía sigamos haciendo labores. No somos excepciones, somos un eslabón más de esta cadena humana de mujeres y como tal me reivindico. Es un orgullo su herencia y considero que es un deber que me autoimpongo el pasar esta herencia a las nuevas generaciones.
3ª) Dar este premio a 15 blogs:
Ya sabéis que siempre los dejo en mi blog. Las compañeras que pasen por aquí y lo quieran, que lo cojan. También sois eslabones de esta cadena bloguera de labores.

¡Os lo merecéis todas!

1 comentario:

  1. Me alegro de haberte dado este premio. Leyendo tus razones por las que haces manualidades, me has hecho recordar momentos preciosos de mi niñez, cajas de metal llenas de botones, hilos y huevos de madera para zurcir. ¡Qué tiempos aquellos!
    Gracias a tí, cielo, por haberme hecho pasar un buen rato.
    Un abrazo.

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